Cuenta la leyenda que cuando se creó el mundo uno de los primeros animales en habitarlo fue el pato. Lo pusieron en un estanque, se pasaba el día graznando, era alimentado cuando tenía hambre y no tuvo que preocuparse por nada, no tuvo ninguna responsabilidad.
Luego se
creó el águila, ésta tuvo una vida mucho más emocionante, con su vuelo podía
alcanzar los picos más altos del mundo, cuando se aproximaba una tormenta no
huía de ella, al contrario, iba en su búsqueda, desplegaba al máximo sus alas y
se elevaba hasta situarse sobre ella, de esta manera, la tormenta no le
afectaba. A diferencia del pato tuvo que buscar su propia comida, asumiendo
responsabilidades.
Como
vendedor puedes elegir entre la aburrida vida del pato o la emocionante vida
del águila ¿Con quién te identificas más?:
Con un “vendedor pato”, reactivo, quejándose
por todo, malos clientes, mala zona de trabajo, malas oferta, con una visión
muy limitada sin asumir responsabilidades, echando la culpa de sus fracasos a
los demás y preguntándose una y otra vez ¿Por qué? (modo víctima)
O un “vendedor águila” proactivo, asumiendo
responsabilidades, sabiendo que vender más o menos depende en gran medida de
uno mismo, su autoconfianza es inquebrantable, cuando se aproximan momentos
incómodos con una visión amplia y profunda despliega su potencial al máximo
para dar su mejor versión con valentía en la búsqueda de sus objetivos,
preguntándose cómo…
Por su
puesto que es necesario dominar las técnicas de venta, pero ¿de qué te sirven
los conocimientos si la actitud no es la adecuada?
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